sábado, 11 de abril de 2015

Carlos Gaviria: artículos, conferencias, prólogos, conversaciones y columnas

He tratado de hacer una lista lo más completa posible, de todo cuanto actualmente hay escrito y que sea de autoría de Carlos Gaviria en sus facetas como teórico, docente, vicerrector universitario, intelectual, columnista y conferencista. El listado comprende desde artículos especializados de derecho, hasta conferencias, prólogos y columnas de prensa sobre temas de arte, literatura, filosofía y enseñanza universitaria. También se menciona una conversación magnífica que sostuvo hace años con Fernando Savater. Los escritos se pueden encontrar en la web o en la Biblioteca Luis Ángel Arango. Debo aclarar que según mi memoria, hace falta un artículo de derecho que estoy por identificar.  No incluí entrevistas de prensa, ni intervenciones políticas como candidato, senador o dirigente político, ni tampoco ponencias u opiniones disidentes en la Corte, no porque sean menos importantes, sino quizás por ser este un intento por conocer al Gaviria menos conocido. La lista está en todo caso sujeta a crecer. 

“Actitudes implícitas en el Jusnaturalismo y en el Positivismo Jurídico”. En Letras Jurídicas. Vol 5. Nº 1. Empresas Públicas de Medellín. Medellín. Marzo. 2000, pp. 271-289.

“Apuntes para un curso de introducción al estudio del derecho (I)”. En Estudios de Derecho. Vol XXVI. Nº 71. Universidad de Antioquia. Marzo de 1967.

“Apuntes para un curso de introducción al estudio del derecho (II)”. En Estudios de Derecho. Vol XXVI. Nº 72. Universidad de Antioquia. Septiembre de 1967.

“Apuntes para un curso de introducción al estudio del derecho (III)”. En Estudios de Derecho. Vol XXVII. Nº 73. Universidad de Antioquia. Marzo de 1968.

“Caras de la ilustración”. Prólogo a la obra de Rafael Gutiérrez Girardot. Entre la ilustración y el expresionismo. Bogotá: Lecturas fin de semanas, El Tiempo, 25 abril 2004. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1537518

“Consumo de droga y régimen de libertad”. En Revista Universidad de Antioquia. N° 241. Julio – Septiembre de 1995, pp. 8-17.

“Contemplación del ser o esclarecimiento de su senda. ¿Un dilema inexorable?”. En Revista Universidad de Antioquia. Vol 58. N° 217. Julio – Septiembre de 1989, pp. 56-64.

“Derechos civiles en la Constitución”. En AAVV. Hacia una Reforma Constitucional. Medellín. El Mundo. Universidad de Medellín. 1988.

“Discurso sobre el Procurador Carlos Jiménez Gómez”. En periódico El Espectador. 3 de abril de 2015. http://www.elespectador.com/noticias/politica/el-discurso-de-carlos-gaviria-sobre-el-procurador-carlo-articulo-552810

“El caso del delator rencoroso”. En periódico El Tiempo. Bogotá. 13 de septiembre de 2002. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1353433

“El control constitucional”. En Consigna. Vol 24. Nº 464. 2000, pp. 27-31.

“El gobierno Uribe y el delito político”. En periódico El Tiempo. Bogotá. 18 de agosto de 2007. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-2622810

“El juez como intérprete límite de las decisiones de la administración pública”. En Gerencia Pública. Memorias. 2007, pp. 103-109.

“El polemista”. Conversación entre Carlos Gaviria Díaz y Fernando Savater. http://www.polodemocratico.net/index.php/nuestro-partido/carlos-gaviria-in-memoriam/el-polemista/8038-hay-que-decirles-adios-a-las-armas-pero-de-los-particulares Tambiñen hay una versión, aunque parcial, en Bonilla, María Elvira (selección). Grandes conversaciones, grandes protagonistas. Bogotá. Norma. 2005, pp. 193 a 201.

“El uxoricidio por adulterio en el Código Penal Colombiano”. En Estudios de Derecho. Vol XIX. Nº 58. Universidad de Antioquia. Septiembre de 1960.

“Epílogo”. En López Michelsen, Alfondo. ¿Cómo desempantanar el acuerdo humanitario? Y otros escritos sobre el conflicto armado y la humanización de la guerra. Bogotá. Áncora Editores. 2008.

“Ética y conocimiento”. En Revista Universidad de Antioquia. Vol 50. No. 154. Abril- Junio. 1975, pp. 145-149.

“Ética y Constitución”. En Debates. N° 18. Julio de 1996. Universidad de Antioquia, pp. 7-14.

“Fundamentos ético-jurídicos para despenalizar el homicidio piadoso-consentido”. En Jurisdicción Constitucional. La Corte Constitucional 1992-2000. Realidades y perspectivas. Escuela Judicial Rodrigo Lara Bonilla. Konrad Adenauer Stiftung. 2001m pp. 223-233.

“Héctor Abad Gómez, sectario de la tolerancia”. Prólogo a Abad Gómez, Héctor. Manual de Tolerancia. Editorial Universidad de Antioquia. Medellín. Editorial Planeta. Bogotá, 2007.

“Intervención”. En Perspectivas de la Constitución de 1991-1996. Conmemoración del quinquenio de la Constitución Política. Bogotá. Universidad Externado. 1998.

“¡James, el personaje del año!”. En periódico El Espectador. Bogotá. 15 de diciembre de 2014. http://www.elespectador.com/opinion/james-el-personaje-del-ano-columna-533305

“Jorge Luis Borges”. En periódico El Espectador. 1 de abril de 2015. http://www.elespectador.com/noticias/politica/jorge-luis-borges-segun-carlos-gaviria-articulo-552859

“Kelsen, Wittgenstein y las formas del lenguaje”. En Estudios de Derecho. Vol XL. Nº 99. Universidad de Antioquia. Marzo de 1981.

“La enseñanza del derecho en nuestro medio”. En Estudios de Derecho. Vol XXVII. Nº 73. Universidad de Antioquia. Marzo de 1968.

“La ética del ‘como si’”. En Revista de la Universidad de Antioquia. Vol LXI. Nº 227. Enero – Marzo de 1992, pp. 15-26.

“La interpretación constitucional”. En AAVV. Nuevas Corrientes de Derecho Constitucional Colombiano. Medellín. Diké. 1994, pp. 119-136.

“La opción por la libertad”. En Consigna. Vol 25. Nº 469. 2001, pp. 48 y s.

“La ruptura del monismo kelseniano: a propósito de la norma fundamental”. En Fuentes Contreras, Édgar Hernán (coord). Hans Kelsen. Una teoría pura del derecho. Bogotá. Universidad Jorge Tadeo Lozano, pp. 21 y ss.

“La tutela como instrumento de paz”. En Pensamiento jurídico. Nº 7. Bogotá. Universidad Nacional de Colombia., pp. 41-51.

“Los micos del doctor Patarroyo”. En periódico El Espectador. Bogotá. 14 de febrero de 2015. http://www.elespectador.com/opinion/los-micos-del-doctor-patarroyo-columna-544099

“Los peligros de la obediencia”. En periódico El Espectador. Bogotá. 7 de febrero de 2011. http://www.elespectador.com/opinion/los-peligros-de-obediencia

“¿Mito o logos? Primera encrucijada del espíritu”. En Revista Universidad de Antioquia. Vol 56. N° 213. Julio – Septiembre de 1988, pp. 4-14.

“Paz y derechos humanos”. En Revista Nueva Época. Vol 17. Nº 36. Bogotá. 2011, pp. 61-65.

“¿Por qué soy agnóstico?”. En Revista Diners. No. 501. Diciembre de 2011. http://revistadiners.com.co/articuloespecial.php%3Fide%3D5%26id%3D49

“Prólogo”. Al libro de Nanclares Arango, Andrés. Los Jueces de Mármol. Medellín. La Pisca Tabaca Editores. 2001.

“Prólogo”. Al libro de Sarmiento Palacio, Germán. Las acciones populares en el derecho privado colombiano. Bogotá. Universidad del Rosario. 2006.

“‘¿Qué es el tercer estado?’ de Sièyes, y el constitucionalismo colombiano”. En Revista de Estudios Políticos. Núm. 1. Universidad de Antioquia. Instituto de Estudios Políticos. Medellín. 1992, pp. 29-33.

“¿Qué puede significar una expresión como ‘La conducta X es obligatoria’”. En Estudios de Derecho. Vol XXXVI. N° 92. Septiembre de 1977.

“San Juan de la Cruz, poeta erótico”. En Revista Universidad de Antioquia. Vol 61. N° 227. Enero – Marzo de 1992, p. 122-123.

“Sócrates y el buen ciudadano”. En periódico El Espectador. Bogotá. 24 de febrero de 2012. http://www.elespectador.com/opinion/socrates-y-el-buen-ciudadano

“¿Son normas los usos sociales?”. En Revista Universidad de Antioquia. Vol 60. N° 225. Julio – Septiembre de 1991, pp. 32-35.

“Superación de los dualismos jurídicos en Kelsen”. En Estudios de Derecho. Vol XX. Nº 60. Universidad de Antioquia. Septiembre de 1961.

“Un enfoque positivo de la Constitución del 91”. En AAVV. El Debate a la Constitución. Bogotà. ILSA. 2002.

“Un referendo impertinente (I)”. En periódico El Espectador. Bogotá. 2 de marzo de 2015. http://www.elespectador.com/opinion/un-referendo-impertinente-columna-547154

“Un referendo impertinente (II)”. En periódico El Espectador. Bogotá. 4 de abril de 2015. http://www.elespectador.com/opinion/un-referendo-impertinente-0

“Vida de la Universidad. Número y normas”. En Revista Universidad de Antioquia. Vol 59. N° 221. Julio – Septiembre de 1990, pp. 135-135.


viernes, 3 de abril de 2015

UN INVITADO INCÓMODO. Carlos Gaviria y el origen de la desconfianza en la justicia



Carlos Gaviria Díaz exhortaba a las personas a pensar. Pero pensar no es más que un obstáculo. Dudar, hacerse una pregunta, plantearse un problema, reconocer un error, abstenerse de creer por escepticismo, etc; todo esto obstaculiza la acción. 

Imaginemos que alguien efectivamente piensa al leer la prensa. ¿Qué quiere decir que piensa? Bertrand Russell dictó hace tiempo una conferencia: “Free thought and official propaganda” [“Pensamiento libre y propaganda oficial”].[1] En ella ofrecía un curioso consejo: “[s]i se quiere que haya tolerancia en el mundo”, decía, “se debe enseñar el arte de leer los periódicos”. Leerlos con escepticismo. Es decir, habría que enseñarle a la gente a dudar y a examinar críticamente lo que encuentra en la prensa. “Una de las cosas a enseñar en las escuelas –proponía Russell- debe ser el hábito de sopesar evidencias, y de no aceptar afirmaciones cuando no haya razones que las sustenten”. Leer, ver u oír noticias u opiniones según este método sería un estorbo. Haría difícil avanzar a la noticia o la columna siguiente. Seguir el ritmo de una avalancha vertiginosa de noticias. Es más fácil ir al ritmo de la prensa o las redes sociales, sin detenerse a dudar. 

A causa de las conductas motivadas por este gran estorbo (pensar), nuestra realidad política es un tejido de noticias y opiniones periodísticas o virtuales aceptadas o rechazadas con fe. No importa si, como decía Cioran de ciertos pensadores, la prensa y los líderes del mundo virtual son ahora capaces de elevar “el menor problema a la altura de la paradoja y a la dignidad del escándalo”.[2] Los receptores del mensaje periodístico o virtual sencillamente creen en un sentido o en otro en lo que se les dice; no tienen tiempo de dudar. Es decir, de pensar. Creen en la verdad o falsedad de una noticia; en la corrección o incorrección de una opinión; en la justicia o injusticia de una propuesta. No hay campo ahora –tal vez nunca lo ha habido- para el escepticismo o la duda. No es extraño en este contexto que algunos de nuestros más altos dirigentes caigan en la trampa de 'Actualidad panamericana'. 

¿De qué depende hoy en día que un espectador promedio asuma una u otra posición, de credulidad o incredulidad sobre lo que lee o ve o escucha? De la autoridad. Es decir, de quién la emite (y normalmente basta en esto con que aparezca en una página web), de cómo la juzga un líder o de qué piensa la mayoría. Las razones son innecesarias o inútiles. Las premisas y las conclusiones, y lo que se deriva de ellas, le vienen al ‘individuo’ desde fuera. Se las aportan los ‘analistas’. El lector solo participa con sus sentidos y el estómago. La sociedad construye personas incapaces de pensar. Y los incapaces de pensar participan en la construcción colectiva de la sociedad. 

Carlos Gaviria fue en este contexto una brillante excepción. Se atrevió a pensar por sí mismo. No delegó en ninguna autoridad la facultad de definirle unilateral y definitivamente lo verdadero, lo bueno, lo justo, lo bello y lo sagrado. En el campo judicial, en el moral, en el político, en el estético y en el religioso tuvo un criterio propio e independiente, resultado de una búsqueda informada, reflexiva, crítica, razonable y autónoma. Sobre todo autónoma. Fue un liberal, formado en tiempos del ‘peligrosismo’ positivista. Un agnóstico, en contextos profundamente católicos o ateos. Un iuspositivista, en un ambiente regional marcado por el iusnaturalismo. Un defensor de derechos humanos, cuando la fuerza bruta silenciaba a los de su género. Un incrédulo a la sazón en el proceso constituyente del 91, cuando reinaba una esperanza colectiva y fervorosa de cambio. Un dirigente de izquierda, cuando serlo era un riesgo personal. Un defensor de la autonomía, en una sociedad esencialmente heterónoma. Como profesor, Gaviria enseñó con un método basado en una concepción problemática y aporética del derecho, cuando enseñar derecho era –y es aún hoy- depositar en el estudiante conocimiento dogmático acabado y presuntamente exacto.

La contribución de Carlos Gaviria como intelectual, profesor de derecho, juez y político no fue entonces tanto la de dar ejemplo de decencia y disciplina, aunque este es un atributo indudable de su talante. Su aporte fue promover una visión del ser humano como persona autónoma, en un país heterónomo. Logró exponer y defender que el individuo debe ser el autor de las normas que rigen su conducta en los asuntos que solo a él le atañen. El individuo debe ser también el autor razonable de sus propios juicios, incluso en los asuntos públicos. La defensa activa, intelectual, judicial y política de la autonomía individual, y la profesión de una concepción aporética y problemática del derecho y su enseñanza, eran manifestaciones de su convicción radical y pública en que cada individuo debe ser el principal artífice y el principal responsable de su propio destino y convicciones. En una sociedad acostumbrada a depositar en la autoridad religiosa, política o grupal las decisiones sobre los asuntos más fundamentales de la existencia humana o la coexistencia civil y política, Carlos Gaviria exhortaba y formaba a las personas para que se atrevieran a pensar por sí mismas, y él –como juez, Senador y político- trató de garantizarnos a todos las condiciones para hacerlo.

Nunca conocí la opinión de Gaviria sobre la sugerencia russelliana de enseñar a leer los periódicos con escepticismo. Pero Jorge Luis Borges, un autor tan entrañable para Gaviria, sí comentó en cambio la recomendación. Borges se refirió a ella con inocultable ironía: “[e]ntiendo que esa disciplina socrática no sería inútil”.[3] Quería decir: es una disciplina socrática importante y necesaria. Observo además un simple dato. En estas pocas líneas aparecen referencias a tres maestros de Gaviria: Russell, Borges y Sócrates. No por su autoridad, sino por contener invitaciones genuinas a pensar, Gaviria habría compartido sus opiniones. No me cabe duda, sin embargo, de que profesó desde su actitud personal una responsabilidad individual e indelegable en el examen crítico de lo que leía. Por su formación, Gaviria estaba abocado a pensar en lo que leía. La prensa no podía ser una excepción. La información, la opinión y el análisis periodísticos nos aportan solo insumos para formarnos de manera independiente y autónoma un juicio. Pero estos insumos son necesariamente insuficientes y en ocasiones inexactos, o incluso sesgados, falsos, injustos o incorrectos. El mismo Carlos Gaviria, si no estoy mal, sufrió esta ‘imperfección’ de la prensa en carne propia. El individuo –habría ratificado entonces Gaviria en este contexto- es el único responsable de evaluar críticamente lo que ve, oye y lee en la prensa. Es responsable de pensar. 

Tras fallecer Gaviria, un número relevante de seguidores suyos ha creído homenajearlo señalando sus virtudes y denostando de la Corte de hoy y sus magistrados actuales. Invitar a Gaviria para enjuiciar la conducta de los demás es un acto de comodidad respetable. Pero me temo que han dejado pasar a un invitado incómodo, acostumbrado a lavar los asuntos en “ácido cínico”, como diría en otro tiempo su homólogo Oliver Wendell Holmes Jr-. Comparar al ex-magistrado Gaviria con los actuales magistrados de la Corte es una alternativa sencilla. La otra, menos obvia y más elocuente, es comparar al pensador Gaviria con el opinador, el analista y el espectador promedio de las últimas semanas, en los hechos que involucran el prestigio de la Corte. Poner en práctica las lecciones del pensador Gaviria al examinar las noticias, los análisis y las propuestas que se han surtido últimamente alrededor de la Corte y la justicia, es menos reconfortante para los que quieren hacer de su muerte un nuevo instrumento de ataque contra estas. Gaviria, según los testimonios, estuvo agobiado en sus últimos días por la situación de la Corte. Me atrevo a pensar que parte de su agobio se debía a la incapacidad de los espectadores para evaluar críticamente lo que leen y oyen.

Gaviria habría interpelado a sus panegiristas de ahora: ¿están seguros de sus juicios sobre la Corte? ¿cómo llegaron a formárselos? ¿creen que todos los magistrados están cuestionados sólo porque así lo dijeron la revista M, el columnista L, el analista H, o el periódico P? ¿o lo creen porque así lo cree la ‘opinión pública’? ¿y su deber, señor o señora K, de pensar por sí mism@? ¿no cree que es su deber leer, escuchar y ver la prensa con escepticismo? ¿cómo es posible concluir que una institución sea inservible, a partir de cuestionamientos a algunos de sus integrantes? ¿cómo puede pasarse de un cuestionamiento individual, sobre hechos que serían graves si son ciertos,  a un cuestionamiento grupal basado en hechos que, sean o no ciertos, no son de gravedad incontestable? ¿qué justificación hay para revocar a los jueces, y qué certidumbre existe de que esto sea una solución? ¿por qué debe desmontarse una jurisprudencia sólida y razonable, a causa del cuestionamiento de un integrante de la Corte que la formó?

Dudo de que los admiradores oportunos de Gaviria a cargo de arrastrar por el pantano el nombre de la Corte y sus magistrados actuales, tengan respuestas plausibles para todas estas preguntas.

Tengo una deuda con Carlos Gaviria. Quizá en otra ocasión hable de su origen. Ahora quiero simplemente honrarla y pagar lo que debo. Ya muerto él, extiendo mi palabra por ser lo único valioso de lo que dispongo –si es que algo vale-. Muchos han querido expresar su gratitud o admiración por Gaviria con palabras de elogio –que nunca o casi nunca expresaron, sintieron u honraron verdaderamente mientras él vivió-. Yo en cambio seré coherente con lo que siempre hice con él mientras él vivía: tratar de aprender de las lecciones tomadas de sus palabras y su ejemplo. Nunca fui su alumno directo, pero he tenido la oportunidad de leer muchos de sus textos, sentencias y opiniones disidentes, y de asistir a conferencias dictadas por él y a discursos políticos en la plaza pública. Me habría gustado que él supiera lo mucho que le debo por la lección que creo haber aprendido, desmenuzada y ejemplificada por su verbo y sus actos, y que se resume en la exhortación al individuo a atreverse a pensar por sí mismo. Si el país quisiera en verdad rendirle un homenaje sincero a este buen hombre, se encargaría de tomarse en serio esta lección. Es esto, y no echar palabras de alabanza al viento, lo mínimo que debemos hacer por el maestro Gaviria. Pensar por nuestra propia cuenta.  No veo, sin embargo, que esto se esté haciendo en el exagerado escándalo que las redes y la prensa han construido en torno a la Corte Constitucional (más allá de lo que ocurre con integrantes suyos).





Nota. Aclaro que soy funcionario de la Corte Constitucional. Escribo esto de forma autónoma, y soy consciente de la responsabilidad que implica el ejercicio legítimo de la libertad de expresión. 
[1] Tomo la versión  que aparece en www.gutenberg.org/files/44932/44932-h/44932-h.htm
[2] Cioran, EM. Ejercicios de admiración y otros ensayos. Barcelona. Tusquets. 2000, p.
[3] Borges, Jorge Luis. “Dos libros”. En Obras completas: edición crítica. Tomo II. Bs As. Emecé.